Una película de David Fincher.
Los detectives típicos de Hollywood
siempre son mentes supremas, pero aquí hay dos que sólo son dos seres humanos, ni más, ni menos.
Por:
Shirley Arnao - shirley.arnao@gmail.com
La lista de investigadores, que incluye detectives,
inspectores, abogados, periodistas y hasta ciudadanos comunes y aficionados, es
realmente extensa. A muchos los encontramos atrapados en la literatura, algunos
han escapado al cine y la TV –en ciertos casos son secuestrados- y otros se
abrieron camino en las caricaturas de la prensa. Crecimos junto al Inspector
Clouseau, nos maravillamos con los inusitados descubrimientos del abogado Ben
Matlock, las complicadas conexiones mentales del detective Columbo y las
retorcidas deducciones del famoso Sherlock Holmes, y así, hemos seguido por uno
u otro medio las hazañas de Poirot, Eliot Ness, Miss Marple (una hazaña en sí
misma de Agatha Christie), Jessica Fletcher, Perry Mason, Adrian Monk, y más
lejos, las de Dupin y Javert, obras de arte de Allan Poe y Víctor Hugo,
respectivamente. La lista sigue hasta perderse de vista. Todos ellos son poseedores
de una mente genial, pero su lado humano, aunque existente, siempre ha permanecido
algo más traslúcido, detrás del sello de sus acciones, sus cerebros brillantes,
esa inteligencia que los caracteriza, o, como en el caso del Inspector Javert,
una tenacidad sin límites. Los detectives llevados a la pantalla –grande o
chica- suelen ser así.
Los detectives de SEVEN.
Uno de los aspectos más resaltantes de esta película son
estos detectives, para nada ajustados al estereotipo. William Somerset (Morgan Freeman)
es un hombre experimentado, ya cansado (harto de ver cómo el crimen es un
elemento natural más en la ciudad donde vive y trabaja), solitario y sin
familia, difícilmente tolerado por sus compañeros de labor. Está a una semana
de su retiro, ya no quiere ver más. Conoce a su reemplazo, el Detective David
Mills (Brad Pitt), quien, además de ser mucho más joven, está lleno de vigor,
impaciencia y deseos de limpiar el crimen de las calles. Somerset es un hombre
paciente, dueño de sus emociones y letrado; ha leído mucho, tiene una cultura
poco común no necesariamente asociada a su trabajo. Tiene mucho pasado a
cuestas, eso sí; un presente sin matices y un futuro inmediato apenas trazado,
sin otra meta más que dedicarse a trabajar en una granja o arreglar un poco su
casa. Se siente abrumado y desensibilizado por todo cuanto ha visto. Mills, por
su parte, acaba de mudarse a esta ciudad con su joven esposa, está recién
transferido, es impulsivo, emocional, ansioso, incluso inmaduro, de escasa
cultura y con un futuro por delante. Ambos trabajan juntos sólo por una semana,
y es como ver agua y aceite en una sola gota. Asimismo, ambos se enfrentarán a
un criminal fuera de serie.
El criminal.
No, no es un psicópata cualquiera. No escucha voces ni
padece de personalidad múltiple. No es un mafioso, no está atormentado por un
pasado plagado de abusos, no es un terrorista. No está loco, su venganza no es
personal. Es un tipo frio, metódico, preciso y paciente. Tiene dinero, buena
educación y una misión. Está predicando; sus brutales crímenes, uno por cada
pecado capital, se conjugan en un mensaje único para la sociedad. Sus horribles
asesinatos han sido perpetrados con un nivel de sadismo único, pero no son al
azar. Ha escogido a sus víctimas por una razón: cada una es culpable de un
pecado capital que direccionó sus acciones en vida.
Este hombre, conocido como John Doe –en español Fulano de Tal- (Kevin Spacey), no tiene sentimientos de empatía o piedad. Sin embargo, siente respeto y admiración por los dos policías que lo persiguen. Es tan objetivo, siente que lo que hace es tan “justo”, que incluso no tuvo problemas para determinar que él mismo era un pecador capital también; se dio cuenta de que la envidia era su propio pecado y propició su propia muerte manipulando las emociones del descontrolado Detective Mills, sabiendo que éste, presa de la ira por la muerte de su esposa (el último pecado que le faltaba por cobrar), le ayudaría a completar su esquema letal.
Este hombre, conocido como John Doe –en español Fulano de Tal- (Kevin Spacey), no tiene sentimientos de empatía o piedad. Sin embargo, siente respeto y admiración por los dos policías que lo persiguen. Es tan objetivo, siente que lo que hace es tan “justo”, que incluso no tuvo problemas para determinar que él mismo era un pecador capital también; se dio cuenta de que la envidia era su propio pecado y propició su propia muerte manipulando las emociones del descontrolado Detective Mills, sabiendo que éste, presa de la ira por la muerte de su esposa (el último pecado que le faltaba por cobrar), le ayudaría a completar su esquema letal.
La historia.
Genial, por lo demás. El guionista de “Seven”, Andrew
Kevin Walker, concibió que un criminal vengador pasara de ser victimario a
ser víctima, y que un detective se convirtiera en víctima para luego ser un
victimario y conservar su doble rol, pues será una víctima por siempre. Para
aquellos que han psicoanalizado esta historia, David Mills se sentirá culpable
eternamente por la muerte de su esposa Tracy, ya que el dominio que tienen las
emociones sobre él (y su escaso esfuerzo por evitarlo) le hicieron presa fácil
de Fulano de Tal: el profundo efecto psicológico que produciría la muerte de su
amada Tracy desencadenaría una ira incontrolable que completaría el plan de Fulano.
Si Mills tuviera otra personalidad, Tracy no habría muerto. Por otra parte, aunque
el guión no lo deja explícito, un policía que toma la justicia en sus propias
manos se verá envuelto en una situación complicada, y además, Tracy (embarazada
para el momento de su muerte) no será
fácil de sustituir; era el primer amor de David, su novia de la
preparatoria, su amor de siempre. A Mills no le queda nada. No muere
físicamente a causa de su ira, pero la inequívoca impresión para el público es
que él quedó muerto por dentro. No quedó pecado sin cobrar.
Fulano de Tal, además, no sólo se aseguró de tener éxito, lo hizo echando por tierra el mérito de los detectives: nunca lo atraparon a propósito del genio, el arduo trabajo o la suspicacia de los policías, él se entregó por su propia cuenta.
En cuanto al Detective Somerset, que aspiraba escapar por el resto de su vida de los horrores de la sociedad -conocidos tan de cerca en el cumplimiento de su deber- entendemos que no lo lograría. Quedó psicológicamente atrapado en un limbo, aunque éste es un planteamiento un poco indirecto en la historia. ¿Un final feliz? Para nada. Diríase que fue un final más bien filosófico -a cargo del propio Somerset- cuando, a tres segundos de los créditos finales, dijo: “Ernest Hemingway escribió: ‘El mundo es muy valioso y vale la pena luchar por él’. Estoy de acuerdo con la segunda parte”. Walker recibió una nominación para los premios BAFTA y ganó los Saturn al mejor guion original.
Fulano de Tal, además, no sólo se aseguró de tener éxito, lo hizo echando por tierra el mérito de los detectives: nunca lo atraparon a propósito del genio, el arduo trabajo o la suspicacia de los policías, él se entregó por su propia cuenta.
En cuanto al Detective Somerset, que aspiraba escapar por el resto de su vida de los horrores de la sociedad -conocidos tan de cerca en el cumplimiento de su deber- entendemos que no lo lograría. Quedó psicológicamente atrapado en un limbo, aunque éste es un planteamiento un poco indirecto en la historia. ¿Un final feliz? Para nada. Diríase que fue un final más bien filosófico -a cargo del propio Somerset- cuando, a tres segundos de los créditos finales, dijo: “Ernest Hemingway escribió: ‘El mundo es muy valioso y vale la pena luchar por él’. Estoy de acuerdo con la segunda parte”. Walker recibió una nominación para los premios BAFTA y ganó los Saturn al mejor guion original.
El reparto.
Magistrales actuaciones de las cuatro figuras principales.
Creemos (y la crítica nos secunda) que la personalidad del personaje Somerset
le dio a Morgan Freeman parte de la esencia psicológica que desarrollaría más
tarde para otro detective -el Dr. Alex Cross- en dos películas posteriores no vinculadas a SEVEN: “Besos que Matan” y “Telaraña”. Pero Freeman no fue la primera
opción en el proceso de casting; los actores considerados inicialmente fueron Al Pacino y William
Hurt. Brat Pitt, con una actuación desquiciante y creíble, también se
destacó. Vale decir que la primera opción para el papel de Mills fue Denzel
Washington, y que Sylvester Stallone lo rechazó para luego
arrepentirse. Según los Backstages transmitidos regularmente por Universal
Channel, Pitt le insistió a Gwyneth
Paltrow su participación (tenía con ella una relación amorosa) y Paltrow
hizo lo suyo, imprimió un toque dulce, tierno y hasta conmovedor en el filme.
De cualquier manera, aunque Robin Wright audicionó para el papel de Tracy Mills,
fue rechazada por Christina Applegate. Val Kilmer y Michael
Stipe fueron considerados para interpretar a Fulano de Tal, pero la
decisión final de escoger a Kevin Spacey no fue en vano: se llevó el National
Board of Review y el premio del Círculo de críticos de nueva York como Mejor Actor
de Reparto.
Dirección, Fotografía, Montaje y Banda Sonora.
Como Director, David Fincher trabajó el ambiente para
mostrar una ciudad sucia, congestionada
y sombría albergando a una sociedad decadente. Una lluvia persistente
completó el cuadro. Junto a Arthur Max creó un escenario lúgubre y la
melancolía de la película, oscura, se logró mediante un proceso
llamado bleach bypass, a través del cual se controla el brillo de la
película dependiendo de la oscuridad, así como la calidad tonal.
Richard Francis-Bruce fue nominado para los premios Óscar por su montaje, y el extensivo uso del bleach bypass realizado en la película por el Director de Fotografía Darius Khondji ha sido destacado como una gran influencia para las técnicas fotográficas del cine contemporáneo, especialmente a finales de la década de los 90. La película ganó un MTV Movie Award como Mejor Película. La música de la introducción es un remix hecho por Coil de la canción “Closer” de Nine Inch Nails. La canción que se escucha durante los créditos finales es “The hearts filthy lesson” de David Bowie. La música original de la película fue escrita por Howard Shore.
Richard Francis-Bruce fue nominado para los premios Óscar por su montaje, y el extensivo uso del bleach bypass realizado en la película por el Director de Fotografía Darius Khondji ha sido destacado como una gran influencia para las técnicas fotográficas del cine contemporáneo, especialmente a finales de la década de los 90. La película ganó un MTV Movie Award como Mejor Película. La música de la introducción es un remix hecho por Coil de la canción “Closer” de Nine Inch Nails. La canción que se escucha durante los créditos finales es “The hearts filthy lesson” de David Bowie. La música original de la película fue escrita por Howard Shore.
La crítica.
La palabra más utilizada por el público para describir a
SEVEN es: inteligente. La segunda más utilizada es: magistral. Los críticos la
recibieron bien, y aunque el filme recibió críticas negativas de muchos
periódicos, recaudó un total de 327,3 millones de dólares y aún hoy tiene una puntuación
del 79% en Rotten Tomatoes y se encuentra en el número 22
en el ranking de las 250 películas votadas por los usuarios de IMDb. Se encuentra en
la posición número 134 de la lista de Las 500 Mejores Películas de Todos los
Tiempos según la revista Empire.
Sí, hay siete pecados capitales; pero en el mundo de los
cinéfilos hay un octavo pecado: no conocer SE7EN. Tengan cuidado, pues, de
toparse con un vengador cinematográfico. Este pecado no tiene perdón.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: Tu comentario será revisado por nuestros moderadores antes de ser publicado.