Una película de José Luis Rugeles.
Cruda realidad de la vida en la guerrilla colombiana.
Vida y muerte palpitan en la selva bajo la orden del comandante.
Por:
Virginia Galilei - vigascm@mail.com.
Alias
María, película dirigida por el
cineasta colombiano José Luis Rugeles, es una cruda fotografía del
reclutamiento de niños por parte de la guerrilla en Colombia y, por supuesto, del
devastador arrastre de víctimas que deja el proceso, tanto en el interior de la
guerrilla como en la población atrapada en las zonas de conflicto. Con una disciplina
vertical enmarcada en sus propias leyes, los sentimientos, la empatía y la
piedad no tienen cabida dentro de la guerrilla. La mujer es un objeto sexual,
el valor de la vida es nulo, la maternidad es, desde el principio, un lastre, y
sólo se permitirá la culminación de un embarazo y el nacimiento de una criatura
humana si quien la concibió es la compañera del comandante. Así, pues, la
pequeña María (Karen Torres), una joven guerrillera de apenas 13 años, recibe
la misión de proteger al hijo recién nacido del comandante y llevarlo a un
lugar seguro en una zona selvática plagada de paramilitares y patrullada por el
ejército. María también quedó embarazada de su compañero Mauricio (Carlos
Clavijo), pero, consciente de que será obligada a abortar, decide ocultar su
estado. Es un peligro dentro de otro que se acrecenta más y más con el tiempo
en una selva implacable y una situación sin escapatoria.
La novel y talentosa Karen Torres fue
escogida de entre 400 niños que participaron en los talleres teatrales que se
realizaron en zonas de conflicto en Colombia. José Luis Rugeles vio en ella la
capacidad de interpretar a María ¡y no se equivocó! La esencia del personaje se
apoderaba de cada mirada y cada silencio de la niña que, en su propia vida
cotidiana, ha visto de cerca este inacabable drama en su barrio, su entorno,
haciéndole comprender que para muchos niños colombianos, cualquiera fuera su
género, no había opciones. Ésta es una realidad sin salidas.
Karen, sin embargo, no entiende de fama
ni glorias histriónicas, no sabe de autógrafos ni flashes. Dio vida a María en
un magistral despliegue de talento que convergió con su comprensión de la
realidad, su sensibilidad, su memoria emocional y su empatía, así como su
trabajo disciplinado y duro durante el rodaje, en medio de la selva, ambientada en el Magdalena Medio.
Esperaba hacerlo bien, en algún momento temió que no fuera así, y luego, frente
a lo que podríamos traducir como una reverencia de productores, directores,
jurados, crítica y público en general por su inmaculada interpretación, no
terminaba de entender bien hasta dónde impactó su trabajo. Y es que, no podía
ser menos, pues para el espectador es muy abrumador ver a una niña que debería estar jugando o estudiando, y en su lugar carga
a cuestas un pesado morral, porta una K-45, un Galil o un Kaláshnikov y, en el
caso particular de María, lleva en su vientre una nueva vida ya sentenciada a
terminar, ahí mismo.
Federico Durán, productor del filme,
percibió muy positiva su recepción, acotando que asimismo desató polémica en
Alemania, encontró su mayor acogida en Estados Unidos y ganó en Israel como
Mejor Película. También dio a conocer que la idea original de Alias María es de
Diego Vivanco, a partir de una investigación que tomó los testimonios de muchas
mujeres que fueron reclutadas desde los 11 años en grupos armados ilegales y
que ya estaban desvinculadas del conflicto armado. Muchas quedaron embarazadas
varias veces y la mayoría de ellas sufrieron abortos forzados, vivieron historias
de fugas y se enfrentaron cara a cara con la devastación de la guerra. Así, Vivanco
y Rugeles terminaron haciendo en María un collage de todas esas historias y anécdotas.
Y aunque Diego Vivanco se encargó de
escribir el guion, los actores no le dieron lectura antes de filmar sus
escenas; se discutían las situaciones. En la película queda bien expuesto por lo demás,
el hecho de que no hay un “antes” que justifique las acciones que se ven en
pantalla; no hay moral, lógica o explicaciones, simplemente existe un orden y
una a orden –que se obedece sin réplica- lo que añade esa sensación en el
público de haber caído en una angustiosa trampa mortal.
La película, expuesta con éxito en el
Festival de Cartagena, no sólo atinó con la cruda historia y sus
interpretaciones, a cargo de actores profesionales y naturales, también lo hizo
en los aspectos técnicos, en los que acreditamos a Sergio Iván Castaño, encargado
de la Fotografía, Delfina Castagnino del Montaje, Oscar Navarro de la
Decoración, Camilo Sanabria de la Música, Martin Grignaschi y Federico Billordo
del sonido.
Sin duda alguna, Colombia, en la misma
línea de cine rudo, real y sin aspavientos del cine latinoamericano de este
momento, hizo lo suyo. ¡Enhorabuena!
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